Al analizar la última fase de la
gestación, conocida como la etapa fetal, es tal vez el momento de mayor
esplendor en cuanto al desarrollo contextual (Papalia, Duskin Feldman, & Martonell, 2012) , al observar
un crecimiento de hasta 20 veces su longitud anterior, así como el nivel de
complejidad de sus funciones orgánicas. Dentro del vientre materno, el feto
experimenta sensaciones de movimientos limitados de sus extremidades, hasta
diferencias individuales en la velocidad del ritmo cardíaco, según estudios
realizados se determina que el feto masculino es más activo y se mueve con
mayor vigorosidad que el feto femenino, explicación de la tendencia de los
niños a ser más activos de manera innata.
El feto reacciona a los latidos y a la
voz de la madre, esta familiaridad demuestra una función evolutiva de supervivencia.
El feto aprender, recuerda y sienten preferencia por la voz de la madre.
En cuanto a las influencias ambientales
existe un agente (teratógeno) que puede interferir en el desarrollo normal,
como virus, drogas o radiación. La vulnerabilidad depende de un gen del feto o
se la madre. De igual forma el peso y la nutrición inciden en el desarrollo,
así como a la exposición del alcohol y a la nicotina.